5 de febrero de 2015

Tengamos las cosas claras... sobre yoga.

Quizás esta entrada en el blog debería ser más tardía pero, a lo mejor, puede ayudar a alguien. Aunque provenga de mi experiencia personal como alumno, que no como profesor, creo que es importante que cada persona la viva en primera persona.

¿Qué ocurre cuando a alguien le entra curiosidad sobre yoga?


Cuando nos entra la curiosidad sobre esta antigua práctica, lo primero que tendemos a hacer hoy en día es acudir a internet, bendito internet. Este proceso de búsqueda es, cuando menos, interesante. A veces lo visualizo de la siguiente manera, algo cómica, pero no por ello menos fehaciente.


El interesado introduce el término "practicar yoga", se va a imágenes, y se sienta en el suelo con el ordenador a probar alguna de esas posturas que molan... Naturalmente, y como no puede ser de otra manera, el resultado es frustrante. Comparado con la figura, la pierna derecha se queda con el pie mirando a Cuenca, le molesta y tira la rodilla derecha, el cuerpo se le queda inclinado hacia adelante en vez de vertical, le tiran las cervicales al llevar la cabeza hacia atrás, y la pierna izquierda... mejor no describir como se queda. No contento con el resultado, baja el listón y escoge algunas posturas más facilillas. Cuando ve que, más o menos, le salen como en las fotos, se anima a llamar a algún centro cerca de casa o del trabajo para tantear cuando podría ir. En el interim, entre la llamada y la asistencia le asaltan dudas: que tipo de gente va a esta historia, haré el ridículo, me va a doler... inquietudes que hay que vencer.

Con esta introducción llego al objetivo de esta entrada. Ayudar a los lectores a eliminar esas inquietudes, a vencer esos posibles miedos y a enfrentar un futuro en el mundo del yoga con ilusión, ganas, dedicación y compromiso.

Yoga versa sobre trabajar cuerpo, mente y espíritu. Luego el simple hecho de practicar es lo que perseguimos. En las clases de principiantes parece, aunque no es del todo cierto, que empezamos dando énfasis al trabajo del cuerpo; es más fácil trabajar músculos (algo concreto) que la mente (algo un pelín abstracto). Cuando haces práctica física buscamos hacerlo con seguridad, por lo tanto las acrobacias debemos dejarlas a un lado. Por otro lado, cada cuerpo es distinto y existen factores que limitan cuanto se profundiza en cada postura. Aunque hay muchos factores (flexibilidad, deterioro de los huesos con la edad...), dos factores relevantes son la compresión y la proporción.

La compresión viene definida por el rango de movimiento de una articulación que, a su vez, viene determinada por sus características anatómicas. De esa manera, una persona con vértebras en la columna más juntas entre sí tendría menos capacidad de flexionar la espalda que otra que tenga las vértebras más separadas.

La proporción de los cuerpos varía de unas personas a otras. Por ejemplo, no todos los brazos son igual de largos. Una persona con brazos más largos, al flexionar la espalda, llegaría con mayor facilidad a tocar los pies que una persona con los brazos más cortos.

Por lo tanto, ten en cuenta que LA PERFECTA postura de yoga no puede existir tanto en cuanto los cuerpos que las hacen son distintos y, por tanto, los resultados tendrán formas distintas.

Cuando empezamos a practicar el yoga del cuerpo, nos damos cuenta de lo oxidados que nos podemos encontrar, de la falta de flexibilidad (aunque se sea deportista), de la falta de tono, etc. Lo curioso es que al poco tiempo, días, vamos percibiendo como mejoramos el estado general de nuestro cuerpo. Para mi sigue siendo sorprendente, e igual de recompensante, escuchar a los alumnos hablar sobre sus mejorías físicas al poco tiempo de iniciar la práctica.

CONSIDERACIÓN 1 - da igual tu forma o antecedentes físicos, las posturas se hacen con lo que cada uno tiene. El buen profesor se encargará de ajustar y adaptar la postura para que todos entren en ellas.

Al poco tiempo, sino simultáneamente, de empezar las clases de yoga comenzamos a trabajar la mente. Efectivamente, la mente se trabaja a lo largo de todas y cada una de las clases de yoga. Curioso ¿verdad? Apaciguamos la mente cuando hacemos el relax inicial al principio de la clase. Relajamos la mente durante el relax final al terminar la clase; momento en el que tenemos el cuerpo cansado y todos y cada uno de nuestros músculos, articulaciones y nervios entran en un profundo estado de relajación. Incluso trabajamos la mente al adoptar y mantener todas y cada una de las posturas: en estos momentos conectamos mente y cuerpo y los hacemos un todo. Trabajamos la mente cuando hacemos ejercicios de respiración o cuando directamente meditamos sentados sobre un zafu (cojín). Trabajamos la mente todo el tiempo.


Me siguen sacando una sonrisa mis alumnos cuando me llega alguno a clase diciéndome que hoy su mente está muy dispersa y no podrán meditar, que será imposible que se relajen... Por alguna mágica razón, aún no me he encontrado con el alumno que no sea capaz de relajar la mente al final de la clase. En cuanto a la meditación... Meditar no es relajarse, pero eso ya lo leeréis en otras entradas en este blog.

CONSIDERACIÓN 2 - da igual cuan agitada o dispersa esté vuestra mente porque os beneficiaréis desde el minuto primero de la práctica de yoga. El buen profesor os irá guiando para entrenar la mente al mismo tiempo que el cuerpo.

Como conclusión final, animaros a que, cuando tengáis inquietud sobre el yoga, miréis en internet pero con una mente abierta, curiosa y sobretodo siendo conscientes de que practicar yoga no versa sobre hacer fotos chulas en posturas imposibles.

Yoga versa sobre trabajar cuerpo, mente y espíritu con compromiso y dedicación. Lo importante es el camino: caminando cada uno de los pasos con ilusión y motivados; disfrutando del momento presente, de cada piedra y de cada flor en el camino; sin perder el tiempo mirando al horizonte, buscando las señales a lo lejos.

Namasté

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