4 de febrero de 2015

Orígenes del yoga arcaico

La siguiente exposición pretende presentar una síntesis divulgativa extrayendo las ideas esenciales acerca de los trabajos de investigación del acreditado profesor Elíade sobre el yoga arcaico. Aquel lector que desee ampliar dicha información puede acudir a su fuente original "Techniques du Yoga" (Ed. Gallimard, Paris 1948).

Según Elíade las técnicas del yoga fueron siempre muy diversas a lo largo de la historia, tanto en sus vertientes más ortodoxas como heterodoxas, tanto en sus formas sistematizadas como en las más populares. El yoga siempre estuvo presente bajo una u otra forma en casi cualquier corriente espiritual hindú, ejerciendo también su influencia fuera de India, en gran parte de Asia e incluso probablemente, de manera puntual, en algunas zonas no asiáticas.

Se constata claramente el carácter autóctono del yoga en India con indicios que hacen pensar en su existencia ya antes de la llegada de los indoarios al subcontinente. Entre estos indicios podemos enumerar los siguientes:

  • Ausencia de citas concretas sobre las prácticas yóguicas entre los indoarios en los Vedas.
  • Carácter popular y panindio de dichas prácticas.
  • Simbiosis con formas locales de devoción y experiencia mística.
  • Probable relación con civilizaciones protohistóricas como la cultura del Valle del Indo.

El yoga clásico hindú en modo alguno es ni el primero ni el mas difundido de los yogas. En India se ha comparado la ascésis "tapas" al sacrificio védico, y se ha considerado la retención del aliento ("pranayama") como un sacrificio interior. Y son justamente estas homologaciones, esta confirmación ante el brahmanismo, lo que revela el origen no brahmánico del yoga.

Las poblaciones autóctonas sentían la necesidad de una experiencia concreta, hasta fisiológica de lo sagrado. El yoga, despreciando el formalismo ritual, tanto como la especulación metafísica, actuaba sobre el propio cuerpo y el "alma", realizando de este modo lo sagrado (el "Ser Divino") o conduciendo a la liberación a partir de la existencia personal del practicante.

La simbiosis de ciertas prácticas yóguicas con cultos prearios de la vegetación, confirma su carácter popular. Muchos de éstos aspectos fueron asimilados por el hinduismo gracias al sincretismo tántrico. Algunas epifanías locales de Durga o Kali, sin ser arias, se las denomina "yoguini", siendo consideradas, en una arcaica ambivalencia de lo sagrado, como diosas y brujas. Éstos elementos no se encuentran en los textos védicos y por contra son frecuentes entre los drávidas y los pueblos Munda.

En cuanto a la civilización protohistórica del valle del Indo, no existe solución de continuidad entre ésta y el hinduismo moderno. En ambos encontramos en primer plano a la gran Diosa y al Dios de la generación (Shiva), el culto a la vegetación y el falismo, a la persona santa en la postura de asana practicando probablemente "ekagrata".

Pudiendo discrepar en los detalles, es difícil dudar del carácter indio de la civilización del valle del Indo, cuyos elementos culturales están presentes en la India actual. Esta civilización gozaba de un largo desarrollo, y sus creadores, que probablemente invadieron este territorio procedentes del noroeste, quizá tomaron prestadas de la población autóctona algunas de sus formas religiosas. La presencia del elemento australoide, que seguramente perteneció al estrato social mas bajo, es un indicio en este sentido. Este elemento subsiste actualmente en las tribus aborígenes del sur de la India. No cabe duda de que entró en la síntesis étnica que elaboró la civilización del valle del Indo, como posteriormente entraría en las síntesis hinduistas.

El hecho de que el hinduismo haya sobrevivido tras infinidad de invasiones confirma su carácter indígena. Su popularidad no es sinónimo de primitivismo, Harappa y Mohenho Daro nos revelan una civilización urbana refinada, cuya desmoronación no equivale a la extinción de su cultura, sino a su regresión a las formas populares. El hecho de que en la historia de India nos encontremos siempre con una religión popular heterodoxa, no implica que su creación sea también popular.

El yoga como culto a la gran Diosa Madre, al Gran Macho del falismo, y la "dendrolatría" del culto a los árboles aparecen por vez primera en India como expresión de la gran civilización del valle del Indo. Cabe esperar que estas formas, tras haber llegado a ser exclusivamente populares, sufrieran un proceso de degradación, pero ello no indica ni una bajeza del verdadero hinduismo, ni un origen popular.

Concluye Elíade su estudio con la preciosa idea de que la religión popular india era indígena, prearia y arcaica. Un primitivismo que incorpora lo concreto en lo sagrado, lo tangible en lo abstracto, dando lugar al "Ser Divino". Esta Fe no implica una condición religiosa infantil, sino el deseo eterno del ser humano de realizar en este lugar la transmutación desde su condición mundana a la del "Ser Divino", de alcanzar empíricamente el punto de confluencia entre la dualidad de lo profano y lo sagrado, entre el fragmento y el todo, entre el "Esse" y el "Non-Esse" entre la temporalidad y la eternidad del "no-tiempo".

 

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