8 de marzo de 2015

Ecuanimidad

(Por Alberto Armisén)

Para mí ecuanimidad no significa ni frialdad ni indiferencia, ni en mantener siempre el mismo estado de ánimo no-afectado por las condiciones, sino en no dejarse llevar por los extremos y mantenernos en un margen de estabilidad. El conocimiento de la naturaleza de las condiciones, asi como la experiencia de lo incondicionado, hará que el margen de nuestros extremos se vaya estrechando: llegamos a ser cada vez más estables. Cuando nos veamos sometidos a situaciones desagradables, tendremos la capacidad de estar con las cosas tal y como son, no añadiendo sufrimiento innecesario.
Cuando estaba en el monasterio de Italia tuve una experiencia que me hizo darme cuenta del grado que había desarrollado en tal cualidad. Resulta que una tarde tuve un conflicto con un monje, él había sido el precursor de implantar una regla disciplinaria para los miembros más jóvenes de la comunidad, por una serie de circunstancias acabe infringiendo la regla y “me pilló”. El monje parecía muy afectado por lo ocurrido, así que al rato fui a hablar con él para explicarle lo ocurrido, lo que me había llevado a actuar como lo hice y como me sentía en aquel momento. Su reacción me molestó bastante ya que sentí que se lo estaba tomando como algo personal, y que haría algo para que pagase por mi “falta”.
Afectado por lo ocurrido fui a mi cabaña del bosque donde vivía, e intenté meditar durante horas pero el recuerdo de la situación aparecía en mi mente una y otra vez. Esos pensamientos encadenados me generaban todo tipo de emociones desagradables, como indignación, ira, etc.. .Pero a pesar de eso también pude percibir el espacio que había entre pensamientos, así como el espacio en el que surgían esos pensamientos y emociones, ese espacio que no se veía afectado por las condiciones, y que estaba siempre ahi, independientemente que fuera consciente de el o no.
El poder contactar con ese espacio provoco que diese menos energía a los pensamientos, con lo que el espacio entre ellos aumento haciendolo mas evidente, y haciendo la situación llevadera aunque fuese molesta, porque a pesar que en ese momento las pensamientos ocupaban gran transcendencia en mi experiencia, no eran la totalidad de ella. Había paz, solo tenia que darme cuenta, así que cuando me dejaba llevar por los pensamientos y el sufrimiento aumentaba, ese recordar y redirigir mi atención al espacio era un gran alivio, si comparase los pensamientos y emociones con un fuego: diría que el fuego me disturbaba pero no me quemaba, ya que había espacio. Darme cuenta de esto me hizo afrontar la situación de una manera mas ecuánime a parte de sentir gran satisfacción por haber encontrado este refugio interior.
Cuando se practica la atención plena del momento presente, aceptamos la experiencia tal y como es, libre de juicios, en la que los pensamientos y diferentes estados de ánimo pueden formar parte de ella, en mayor o menor intensidad, dependiendo de nuestro desarrollo en la practica. Si no damos energía a esas condiciones la mente se calmara, facilitando la observación de la misma y comprensión de su naturaleza, así como a percibir el espacio en el que todas esas condiciones surgen y cesan, todo esto hará que no nos tomemos las condiciones seriamente, sino como parte del mundo de nuestro ego y su lucha por cubrir sus necesidades.
Fuente: https://albertoarmisen.wordpress.com/2015/02/11/ecuanimidad/

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